Gen Housing - Assadi + Pulido

Gen Housing - Assadi + Pulido

Proyecto: Gen Housing
Arquitectos: Assadi + Pulido
             Felipe Assadi
             Francisca Pulido
             David Zapata
Colaboradores: Trinidad Schonthaler
               Macarena Avila
               Heidy Ullrich
Localización: Santiago, Chile
Proyecto: 2007
Status: En Construcción

Dos cuestiones previas antes de hablar de un edificio de viviendas en la ciudad de Santiago:

Aparentemente no hay prácticamente nada que agregar en la fórmula –si se puede hablar de fórmula- que los desarrolladores y grupos inmobiliarios tienen como ley de operación, cuyo mecanismo conceptual basado en el consumidor define la forma, tamaños, lugares, materiales y colores. Los datos, proporcionados por una suerte de máquina que analiza movimientos de la oferta y adivina la demanda casi como por arte de magia, establecen no solo los metros cuadrados exactos de cada departamento sino la cantidad y proporción de los distintos “productos” que forman el “mix” que se venderá, supuestamente, en 24 meses más. Esto es, trabajar ahora con datos de hace un año para generar un producto que aplicará dentro de dos –un edificio de 24 pisos tardará 24 meses en ser entregado- y que aún así deba cumplir con la “tendencia”. La   fórmula, conjuga esa tendencia –o bien hacia dónde se mueven las masas de consumidores- con una impositiva mezcla de metros cuadrados útiles versus los metros inútiles –estos últimos son aquellos que a nosotros nos interesan tanto o más que los primeros- dando como resultado un bloque de viviendas construido únicamente a partir de la repetición de un patrón determinado por datos.
En definitiva, se proyecta basándose en verdades absolutas guiadas por la experiencia del desarrollador, dejando un trecho casi nulo para la arquitectura. Sólo en ese sentido podría afirmar que la especulación inmobiliaria no existe.

En segundo lugar, y derivado de lo anterior, el edificio rara vez se presenta como una unidad –de unidades de vivienda- sino como la sumatoria de elementos que ascienden de esos datos, o sea el mix de productos dispuestos primero en horizontal, llenando el terreno que ofrece el índice de ocupación de suelo y luego en vertical, llenando el volumen que ofrece una milagrosa mezcla entre el índice de constructibilidad y el cono de sombra. La forma del edificio suele ser precisa y evidencia el mix. El diseño de la arquitectura casi no existe, a menos que lo encontremos en ornamentos varios –cuando hay recursos- o elementos de diseño de menor importancia o que no constituyen decisiones proyectuales. En otras palabras, la arquitectura de vivienda en densidad que se ha desarrollado durante la última década en el sector céntrico de la capital –esto no excluye al resto de las comunas del resto del país- no ha sabido resolver el problema de la escala urbana. Su límite ha sido el bloque de unidades repetidas, pero se ha perdido la lectura de la totalidad, aquella lectura que proporciona una imagen a la ciudad y que más tarde contará una historia.

Este edificio fue un encargo directo. Tiene un mandante, y eso hace una primera diferencia: No se trata de un desarrollo al interior de una inmobiliaria sino de un proyecto que se gestiona en un lado y se desarrolla en otro diametralmente opuesto. Esta oposición posibilita distintas entradas al problema haciendo que el margen en el que se mueven los arquitectos se hace menos estrecho.

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Aquí se contó con una buena cuota de apuesta por parte del mandante. Aun así las apuestas en este rubro son fundadas en hechos concretos, por lo tanto debimos basar nuestra propuesta en aquellos datos duros y trabajar el resto de forma encubierta: Cuando hablamos de aquellos elementos que no forman parte de la ecuación, no por que no son necesarios sino porque son considerados irrelevantes y con un alto costo que no es capaz de asumir ni el consumidor ni el desarrollador, debimos asignarles a priori un valor de cambio real dentro de aquella frágil fórmula pese a que en verdad los consideramos como un aporte al edificio como un total y por ende como un valor que se proyecta no necesariamente al usuario final sino a la ciudad. Se ha de requerir, por parte del mandante, una suerte de alianza respecto de esos “innecesarios e irrelevantes”, así como de aquellos espacios inútiles e incluso, de eso que algunos llaman simplemente pretensión formal. De otro modo, el aporte en el desarrollo de un edificio de 300 departamentos en 24 pisos en el medio de la ciudad es prácticamente inviable sin caer en la solución estándar. 

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Lo anterior se sintetiza en el desarrollo de un elemento que sea capaz de abordar la mayor cantidad de variables maximizando las prestaciones, al menor costo posible, entendiendo que el desarrollador inmobiliario debe en este caso incluir dichos componentes que no están en la ecuación estándar.

En este caso el edificio de desarrolla a través de un volumen principal de 27 pisos de altura que toma la esquina desde la línea de edificación y dos volúmenes laterales de 14 pisos de altura retranqueados de la línea oficial aproximadamente dos metros hacia el interior. Estos laterales toman la altura de las edificaciones vecinas, desarrolladas con una normativa anterior cuya altura máxima era de 35 metros y establecen una lectura mas uniforme respecto de los edificios vecinos.

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El volumen principal cuenta con dos elementos importantes, un velo metálico hacia el oriente que configura una segunda piel y que busca, en primera instancia, reducir el ruido que proviene de Av. Portugal. En una segunda lectura –primera para nosotros- intenta generar una distorsión total de la medida del piso, a la vez que deforma la lectura de la repetición de la planta en el desarrollo en altura. La nueva fachada, despegada del edificio en un metro, deja un dramático insterticio que se ocupa con balcones hacia la cordillera, y se diseña a partir de la subdivisión de cada piso en tres franjas horizontales y una modulación de líneas verticales a un metro. De esta nueva cuadrícula se elige al azar una cantidad controlada (similar para cada departamento) de vanos generando un nuevo contexto, un aparente desorden, cuya nueva escala pretende una fachada unitaria y sin referencia directas de las medidas domésticas presentes en lo que podríamos llamar memoria de uso.

Del mismo modo, la fachada norte del edificio se trabaja con balcones de lado a lado, disminuyendo en forma sustancial la incidencia solar en la fachada. Una segunda piel nuevamente reformula una repetición estructural –y visual- de las unidades de vivienda, basándose en el mismo desorden anterior. Dicha disposición de los elementos (escudos) metálicos tiene su origen esta vez en la imagen de una cierta cultura popular de ampliar las terrazas de los departamentos casi en el mismo momento de haber sido entregados. Esta doble fachada se antecede a ese efecto y lo construye con anticipación.

Cada uno de estos escudos en un panel metálico fijo, que nuevamente en primera instancia sombrea parte de este balcón y agrega cierta cuota de intimidad a los departamentos, haciéndolos además medianamente distintos unos de otros. En segunda instancia –nuevamente primera para nosotros- traducen la información de los muros medianeros de las unidades de vivienda hacia la calle, alterando el lineamiento vertical y desordenando también las disposiciones horizontales, adquiriendo toda la fachada un carácter homogéneo y unitario.

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La cara posterior, al sur del edificio, se trabaja con la misma doble piel, pero esta vez sin los quiebrasoles superpuestos, por razones obvias.

La nueva densidad que se pretende con estas dos nuevas pieles, oriente y norte (las caras visibles del edificio) está dirigida a dibujar un bloque reconocible como una sola unidad, y no como la sumatoria de unidades. Una sola fachada en vez de 300 fachadas apiladas en un volumen.

El primer nivel se trabaja con un 50% de transparencia, cosa inusual en un régimen de fachada continua. Esto se hace construyendo un muro de fustes de hormigón, y con esto se cumple con la norma a la vez de generar un traspaso visual entre el interior –donde se ubican los recintos públicos- y la calle. Con lo anterior se pretende una mejor comprensión del espacio privado desde la calle, cosa difícil de obtener con la fachada continua, que deja por lo general grandes extensiones de muros semi ciegos que luego serán llenados con carteles y propaganda de mala calidad.

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El edificio cuenta con 298 departamentos con superficies que van desde los 30 a los 57 m2 desarrollados en 23 pisos, más un piso de programa público en 1er nivel y dos niveles adicionales de recintos de esparcimiento en la azotea, cuatro subterráneos de estacionamientos, tres piscinas más una plaza interior privada.

NOTA: La ubicación geográfica de esta obra no es exacta y tan solo representa su localización en la macro escala. Si conoces la localizacion exacta, puedes colaborar con arquiTOUR y hacernosla llegar a través del formulario de contacto.

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